Cap. 4 - Evitar el individualismo e ir a lo concreto

El camino de la evolución es largo. Y para que logremos crecer es necesario que tengamos ganas de ayudar. De mejorar el mundo en el que vivimos. Porque el crecimiento siempre está vinculado con la entrega. Evolucionar es ayudar a que los que nos rodean también puedan crecer a medida que avanzamos. Así se evita el odio de los que se quedan abajo y la soberbia de los que están arriba. Juntos y en paz podemos hacer más que aislados y/o enfrentados.
Todo aquello que promueve el individualismo fomenta el odio y la destrucción de la vida en sociedad. En cambio, los proyectos solidarios mejoran a las personas y ayudan a que afloren los sentimientos positivos.
Nunca hay que perder la fe en que las cosas pueden mejorar. ¿Qué es imposible para el Hombre? Vale el ejemplo: para un adolescente que recién empieza la carrera de ingeniería, liderar un proyecto para levantar una gran torre resulta imposible. Pero esa misma persona, una década después, con el título bajo el brazo más cuatro o cinco años de experiencia, está en el momento justo para concretar esa obra.
Lo que se quiere señalar es que hay pasos intermedios, estadios intermedios entre el punto de partida y el de llegada. Por eso, para cumplir con el anhelo de mejorar el mundo, es muy recomendable fijarse objetivos humildes pero tangibles. Y no obras monumentales que podrían cambiar a la humanidad de golpe, pero que son complicadísimas de llevar a cabo.
En la historia de la ciencia no hay casos de investigadores que se hayan dedicado a su profesión por tener como único objetivo ganar un premio Novel. Los que recibieron ese galardón (u otros), se sacrificaron trabajando en lo suyo durante años y descubrieron, al final del camino, que lo que parecía un conjunto de pequeños pasos se había transformado en una obra realmente trascendente. Si cuando recién empezaban su carrera se hubieran propuesto, lisa y llanamente, convertirse en ganadores del premio Novel, lo más probable es que los nervios, la ansiedad y la falta de estímulos a corto plazo los hubiera aniquilado.
Por eso, en lugar de soñar con desarrollos gigantescos, con ser los autores de cambios radicales, hay que empezar por lo tangible, mejorar aquello que está al alcance de la mano. Empezar por un desafío menor e ir superando etapas.
Así, el que sueñe con ser político para poder cambiar el sistema, en vez de querer ser presidente mañana, mejor que mañana vaya a la sede del partido político más cercano para preguntar de qué manera puede empezar a trabajar. Si no le gustan los partidos tradicionales, que reúna a los vecinos de la cuadra o que vaya al club del barrio a tratar de organizar un debate sobre el tema que le preocupa.
Del mismo modo, aquel que ama a los animales, que no aspire a abrir la fundación más importante de la historia algún día, si no que averigüe que organizaciones defensoras de los animales ya están en funcionamiento y cómo se puede colaborar con alguna de ellas.
Después, de a poco, se irá creciendo. Y si se está lo suficientemente preparado, llegarán desafíos mayores.
El que trabaja muchas horas por día no tiene tiempo para realizar una "cruzada" contra la desnutrición infantil. La prioridad es subsistir y cubrir los gastos. Pero sí puede acercarse a un comedor infantil que haya en la zona y ofrecerse para colaborar una o dos horas por semana. Y, en ese rato, conversar y darles un poco de cariño a los chicos.
La idea es ir a lo tangible, a lo que parece poco pero ya es algo.
Sería una inyección de energía colosal para el planeta si todos nos decidiéramos a hacer algo pequeño en vez de quedarnos en casa (o en el trabajo) soñando fantasías. En cambio, tener un proyecto humilde pero viable, puede ser el puntapié inicial para algo grande que vendrá dentro de unos años.
El concepto es aspirar a mejorar el mundo influyendo en la gente que conocemos y en los lugares que frecuentamos. No hace falta que resolvamos los problemas de un país entero. Primero, ayudemos a los que nos rodean (familiares, amigos, vecinos, instituciones que funcionan en el barrio).
No caigamos en el delirio de pensar que nosotros solos podemos hacer una revolución hoy a la tarde. Avancemos con paso firme, pero con calma.

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