Cap. 7 - La vida, un aprendizaje interminable

Nunca hay que sentirse perdido. A veces, el paisaje se ve borroso hasta que el buscador avanza, se acerca y empieza a verlo con claridad. Nos cuesta entender algunos de los fenómenos que se dan en la vida. Pero eso no significa que todo sea un caos inmanejable. Seguramente hay cosas que solamente podremos comprender con el tiempo, cuando estemos más adelante. Paciencia y trabajo.
Nunca hay que pensar que uno está encerrado. Que estamos perdidos. Porque la vida es un largo aprendizaje. Y mientras estamos vivos, siempre tenemos la chance de hacer algo. Lo que sea. De elegir algo. Una pequeña decisión, un pequeño esfuerzo, intentar levantarse contra una injusticia. Algo, aunque sea pequeño, puede ser un punto de partida hacia otra cosa. Y así, de a poco, podemos cambiar la realidad.
Una clave para vivir bien es comprender las reglas del juego, sin tragarnos las apariencias. Entender qué cosas ayudan a que disfrutemos el estar vivos. Una regla básica: todo lo que genera un daño injustificado a la larga causa dolor. Todo bien genera paz.
A veces, cuando nos cuesta dilucidar si una cosa esta bien o mal, podemos preguntarnos qué consecuencias generará esa acción en los seres vivos involucrados en el asunto. Si van a sufrir o no, si vale la pena que pasen por ese trance. Si van a estar agradecidos o nos van a odiar. Si sus vidas se verán mejoradas o empeoradas. Si pondremos en peligro su salud o su especie.
Vamos a enfrentar situaciones difíciles. Es fácil darse cuenta de que, generalmente, lo que vale cuesta un esfuerzo y lo otro se consigue fácil.
Si pasamos las pruebas, avanzamos con más experiencia y sabiduría. Si no las pasamos, significa que todavía no estamos preparados. Habrá que intentarlo de nuevo o, en última instancia, ver si se puede seguir adelante pegando un salto, siempre y cuando este salto no implique romper alguna norma moral.
Porque el universo es movimiento, vida, y nuestro destino mejorar. Si vamos en el camino opuesto, el de la involución, iremos hacia la autodestrucción. Seremos responsables de nuestro retroceso.
Con madurez, con paciencia, tenemos que aprender a suavizar las emociones negativas en nuestro interior. Sería bueno que dejáramos de sentirnos culpables y que tratáramos de gambetear a la depresión. Si hay situaciones o recuerdos que nos hacen sentir mal, hay que sacar una enseñanza de ellos. Y superarlos. Y si no se puede sacar nada, esta bueno dejar que se pierdan en el pasado, focalizando nuestra mente en los desafíos del presente.
Hay que decirse a uno mismo: "Aquello ya lo sufrí y no quiero revivirlo. Voy a tratar de hacer cosas que me llenen de felicidad".
Es bueno saber que, en alguna medida, nosotros también somos fruto de nuestros errores. Y que algo que nos dolió mucho, tal vez sirvió para producir un cambio en nuestro interior.
La vida es un largo aprendizaje y en ese aprendizaje todo sirve. Todo suma. No hay que sentir culpas, ni vergüenza. Nosotros somos fruto de nuestras experiencias y tenemos que sacar algo positivo (conclusión, vivencia, opinión, lo que sea) de cada vivencia. Si no hubiéramos pasado por eso que recordamos con angustia, quizá hoy no seríamos quienes somos. Quizá era necesario que pasáramos por eso.
Nos parecemos al camino que nos tocó recorrer y a las decisiones que tomamos. Nuestros errores y nuestros aciertos son nuestra identidad. Nosotros mismos. Nos vamos a parecer a la decisiones que tomemos. No nos lapidemos ni nos endiosemos. Simplemente usemos esa experiencia para entender más y para avanzar.
Conmigo viaja una montaña llena de experiencias personales (positivas o negativas, no importa). Puedo compartir mi experiencia con los demás, y ayudarlos. Puedo usar mis experiencias para conocer mis limitaciones y superarlas.
Pero si no hubiera pasado todo lo que pasé, no sería quien soy. Y a lo mejor el mundo me necesita.
La madurez es equilibrio. Tiene que ver con superar las reacciones emocionales exageradas. La vida es un largo aprendizaje que probablemente nunca termine, ni siquiera después de la muerte. Hay que avanzar, en paz. Sin sentir culpa, sin remordimientos, sin odios. Solamente, con la intención de evolucionar.
Curar al mundo no es tan difícil. Lo único que se necesita es un cambio de mentalidad. De actitud. Trabajar silenciosa y firmemente para lograr que más gente entienda las reglas del juego: todo aquello que construye sin dañar es positivo, sirve; todo aquello que atomiza y divide, conduce al desmoronamiento...

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